domingo, 7 de abril de 2013

Reflexiones sobre el Credo (V): "Jesús es el Señor"

El primer título con el que nos referimos a Jesús en el Credo es «Señor»: creo en Jesucristo nuestro SEÑOR. No es un simple tratamiento de cortesía, sino que en cierto modo resume toda la fe de la Iglesia. Habla de quién es Jesús, de cómo realiza la salvación de la humanidad y de qué manera abre las puertas del mundo a la esperanza.

Para no incumplir el segundo mandamiento, los judíos no pronuncian nunca el nombre sagrado de Dios que se revela en Ex 3, 14. Cuando lo encuentran escrito, ellos no leen «Yahwhé», sino «Señor». Dios es el que rige la historia, quien tiene en sus manos el destino de todos los pueblos; por eso se reconoce su señorío universal. Pues bien, al referirnos a Jesús como Señor proclamamos su condición divina. Esto se pone de manifiesto en la aparición del Resucitado a Tomás. El apóstol se redime de su incredulidad proclamando: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20, 28). Son dos palabras que ponen el acento sobre aspectos diversos de la misma realidad. Para un pagano, su dios no controla toda su vida. En cierto modo, funciona como un recurso mágico al que se acude cuando tenemos problemas. Para un judío, en cambio, Dios es también su Señor, porque no hay dimensión de mi persona ni faceta de mi vida que no esté amparada, acompañada, protegida y juzgada por Él.

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