domingo, 8 de junio de 2014

Jornada de Apostolado Seglar

¡Felicidades a todos los bautizados, y en especial a quienes colaboráis de algún modo en la misión evangelizadora de la Iglesia, en esta Jornada de Apostolado Seglar!  

Un aspecto esencial de la vocación de todo bautizado es su condición misionera. Dice el Papa Francisco en la Evangelii Gaudium: “La evangelización obedece al mandato misionero de Jesús: ‘id y haced que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que os he mandado’. Queda claro que toda la fuente de apostolado en la Iglesia es Cristo mismo. De Él, recibe su misión”. Consecuentemente, el laico no puede sentirse marginado dentro de la comunidad eclesial, ni podemos entender la misión sólo como missio ad gentes (una misión a los pueblos lejanos, del Tercer Mundo). A partir del Concilio Vaticano II, y gracias al impulso de los últimos Papas, la Iglesia ha destacado que se configura primordialmente como misionera. Dice el Papa Francisco: “La Iglesia, en salida, es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan”. Esta condición misionera afecta al laico que, como miembro activo y partícipe de la triple condición de Cristo (sacerdote, profeta y rey), se sitúa en la Iglesia en el orden del ser, y no sólo en el orden del actuar. Sigue diciendo el Papa: “La alegría del Evangelio, que llena la vida de la comunidad de los discípulos, es una alegría misionera”.

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