viernes, 19 de diciembre de 2014

Mensaje de Navidad del Obispo de Ávila



“Pues el amor nos ha dado Dios,

ya no hay que temer, muramos los dos.
Danos el Padre a su único Hijo:
hoy viene al mundo en pobre cortijo.
¡Oh gran regocijo, que ya el hombre es Dios!
no hay que temer, muramos los dos”.


Queridos diocesanos:

Estos versos pertenecen a un bello poema de la Santa festejando el nacimiento del Hijo de Dios. Con él os envío mi sincera felicitación y mis mejores deseos para esta Navidad, de la mano de Teresa de Jesús, en este V Centenario de su nacimiento.

En el Carmelo siempre se ha tenido una especial devoción al Niño Jesús. Sucedió que un día, subiendo Teresa por las escaleras del Monasterio de La Encarnación, tuvo una visión en la que se encontraba con un hermoso niño. Sorprendida por ver un pequeño dentro de la clausura del convento, le preguntó: “¿Y tú quién eres?” El niño le preguntó a su vez: “¿Y quién eres tú?”. Ella respondió: “Yo, Teresa de Jesús”, a lo que el niño, sonriendo, afirmó: “Pues yo soy Jesús de Teresa”. La Santa llevó siempre en sus viajes una imagen del Divino Niño, y en cada casa de su comunidad mandó tener y honrar una imagen del Niño Jesús que ella misma dejaba como regalo al despedirse.

El ejemplo de humildad de Jesús, que siendo todo quiso nacer pobre entre los pobres, nos lleva a replantear nuestro estilo de vida. “Pues si es Dios ¿cómo ha querido estar con tan pobre gente?”, se preguntaba la Santa en otro de sus poemas. Verdaderamente, Cristo nos muestra que el camino a la felicidad pasa por la austeridad y la fraternidad. También Santa Teresa insistía a sus hijas a seguir este camino, como nos recordaba el Papa en su mensaje para este Año Jubilar: “No recomienda Teresa de Jesús muchas cosas, simplemente tres: amarse mucho unos a otros, desasirse de todo y verdadera humildad, que «aunque la digo a la postre es la base principal y las abraza todas» (Camino 4,4). ¡Cómo desearía, en estos tiempos, unas comunidades cristianas más fraternas donde se haga este camino: andar en la verdad de la humildad que nos libera de nosotros mismos para amar más y mejor a los demás, especialmente a los más pobres!”

Seguimos padeciendo los efectos de una crisis que dura demasiado tiempo, generando una realidad social marcada por la desesperanza. Muchos vecinos nuestros siguen careciendo de trabajo, de recursos económicos, se destruyen sus familias, sufren carencias materiales y espirituales. Quiero que sepáis que vuestro dolor es también el mío, y que rezo por cada uno de vosotros; os envío mi apoyo solidario y fraterno y este mensaje de esperanza que nos trae la luz de Jesús en la Navidad. El gesto de la Iglesia, ofreciendo unas viviendas para familias desamparadas en esta navidad, es un camino de esperanza.

Para que esta situación cambie es necesaria una “regeneración moral a escala personal y social y con ella la recuperación de un mayor aprecio por el bien común, que sea verdadero soporte para la solidaridad con los más pobres y favorezca la auténtica cohesión social de la que tan necesitados estamos”, afirma la última nota de la Conferencia Episcopal. Ciertamente, nos entristecen las conductas moralmente reprochables, alejadas del ser humilde y fraterno del Niño de Belén. “La ejemplaridad de los responsables políticos, sociales, económicos y eclesiales, constituirá siempre un elemento imprescindible para lograr una justa sociedad civil y una verdadera comunidad eclesial”, continúa la nota de la Conferencia Episcopal. ¡Cuánto bien nos haría una verdadera revolución de las virtudes morales, en cada uno de nosotros y en las instituciones!

Queridos amigos: os propongo salir al encuentro del amor misericordioso de Dios, que nos trae la salvación. Con Santa Teresa, abramos bien los ojos para contemplar la grandeza de la humildad y la belleza de la pobreza que nos muestra Jesús en el pesebre. Aquel que, siendo sólo santidad, quiso asumir nuestra débil naturaleza, nos trae la paz y la luz de la que tan necesitados estamos. Que la Palabra de Vida ilumine nuestros temores y desánimos, y los transforme en  esperanza capaz de encontrar respuesta a las situaciones más complejas.

Con todo mi afecto, ¡Feliz Navidad!

+ Jesús García Burillo, Obispo de Ávila

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