domingo, 20 de septiembre de 2015

"Peregrinación diocesana"

Queridos diocesanos:

Como os indicaba ya en mi Carta Pastoral ¡Ya es tiempo de caminar!, hemos concluido este sábado 19 de septiembre la misión diocesana con una gran peregrinación de toda la Diócesis a la ciudad de Ávila para presentar los frutos obtenidos y lucrar el jubileo teresiano que terminará el próximo 15 de octubre con la solemne fiesta de Santa Teresa.

El Año Jubilar Teresiano está siendo un año de gracia y perdón para la Iglesia abulense en particular. Es una gracia que aprovecha tanto a los miembros de la Iglesia militante, peregrinos de este mundo, como a los fieles difuntos de la Iglesia purgante, por quienes ofrecemos sufragios para su pronta purificación.

Tanto el jubileo como la peregrinación diocesana renuevan nuestra vida cristiana, y son una invitación a volver a Dios con empeño renovado y vivir en caridad con nuestros hermanos. «La peregrinación -nos dice Papa Francisco- es un signo peculiar porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia. La vida es una peregrinación y el ser humano es viator, un peregrino que recorre su camino hasta alcanzar la meta anhelada… La peregrinación, entonces, sea estímulo para la conversión» (Misericordiae vultus, 14).

La peregrinación, especialmente la que se hace a pie, es una incursión en el interior de la persona, un ejercicio de solidaridad y un acto de esperanza continua en la posibilidad de alcanzar la meta. Estas tres experiencias son las más notables. Otra muy acusada es también el esfuerzo diario para superar las dificultades de la vida, asumiendo el sacrificio como elemento connatural que nos acompaña en el camino de nuestra existencia. En definitiva, la peregrinación aporta al caminante una renovación interior en la que nos sentimos solidarios, esperanzados, vencedores de la fatiga, y comprobamos la victoria final. Así lo hemos vivido ayer como iglesia diocesana, como iglesia que peregrina en Ávila.

Hemos peregrinado hacia la Catedral, Iglesia madre, como signo de que deseamos y necesitamos volver siempre a la fuente original de nuestra fe para poder renovarnos y continuar con un corazón nuevo y una disposición nueva para reemprender el camino de la evangelización.

El Papa nos ha alentado a todos en su mensaje para el Centenario diciendo: «En la escuela de la Santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida y de su obra. Ella entendió su vida como camino de perfección por el que Dios conduce al hombre, morada tras morada, hasta Él y, al mismo tiempo, lo pone en marcha hacia los hombres».

Queridos diocesanos, que María, nuestra Madre, nos proteja y nos acompañe en todos los momentos de nuestra vida, como acompañó a Santa Teresa desde el momento que le ofreció su vida y solicitó de ella su protección y su amparo. La Santa tuvo una inmensa claridad en su inteligencia para comprender el amor de Cristo, ella nos trasladó su amor a Jesucristo en sus escritos, en sus obras, en sus fundaciones. «Quién nos quita estar con Él después de resucitado, pues tan cerca le tenemos en el sacramento» -escribía la Santa-. ¡Ya es tiempo de caminar! Jesucristo va siempre con nosotros.

Con mi bendición y afecto.

+ Jesús, Obispo de Ávila

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