domingo, 21 de febrero de 2016

"Cuaresma 2016: celebrar y experimentar la misericordia de Dios"

En este Año Jubilar de la Misericordia, el Papa Francisco nos invita a vivir la Cuaresma «con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. ¡Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro misericordioso del Padre!» (MV 17). La lectura pausada y la reflexión de la Sagrada Escritura, el contacto con la Palabra de Dios, nos ayudarán a vivir hondamente la misericordia del Padre. Como ejemplo, el Papa nos invita a orar con las palabras del profeta Miqueas: «Tú, oh Señor, eres un Dios que cancelas la iniquidad y perdonas el pecado… pues amas la misericordia» (cf. 7, 18-19). También, las páginas del profeta Isaías podrán ser meditadas con mayor atención en este tiempo de oración, ayuno y caridad: «Este es el ayuno que yo deseo: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no abandonar a tus semejantes. Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu herida se curará rápidamente; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor» (58, 6ss).

Otra propuesta del Santo Padre es la iniciativa “24 horas para el Señor”, que se celebrará durante el viernes y sábado (4 y 5 de marzo) que anteceden al IV domingo de Cuaresma. «Muchas personas están volviendo a acercarse al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes, quienes en una experiencia semejante suelen reencontrar el camino para volver al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida. De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior» (MV 17).

El Papa nos recuerda cómo los confesores son un signo de la misericordia del Padre. También los confesores somos penitentes en busca de perdón. Los sacerdotes, por vocación, participan de la misión de Jesús y son signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva; no son dueños del Sacramento, sino fieles servidores del perdón de Dios. Cada confesor, como el padre en la parábola del hijo pródigo, está llamado a abrazar al hijo arrepentido que vuelve a casa y a manifestar su alegría por haberlo encontrado (cf. MV 17).

Durante la Cuaresma de este Año Santo, el Papa enviará los Misioneros de la Misericordia a diversos lugares del mundo. «Serán un signo de la solicitud materna de la Iglesia por el Pueblo de Dios, para que entre en profundidad en la riqueza de este misterio tan fundamental para la fe. Serán sacerdotes a los cuales daré la autoridad de perdonar también los pecados que están reservados a la Sede Apostólica, para que se haga evidente la amplitud de su mandato. Serán, sobre todo, signo vivo de cómo el Padre acoge cuantos están en busca de su perdón» (MV 18).

Queridos diocesanos, hagamos de esta Cuaresma un tiempo oportuno para una mayor vivencia del perdón y la misericordia de Dios. Las obras de misericordia, corporales y espirituales, pueden servirnos de examen de conciencia y de camino de conversión. Que la celebración del sacramento de la Reconciliación, en este tiempo de gracia, «permita a tantos hijos alejados encontrar el camino de regreso hacia la casa paterna» (MV 18). Acerquémonos alegres «al trono de la gracia, para alcanzar misericordia» (Hb 4, 16).

Con mi bendición y afecto.

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